domingo, 2 de mayo de 2010

Alimentación y Enfermedad Cardiovascular

Sin tomar en consideración los accidentes de tránsito, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer constituyen las dos primeras causas de muerte en Occidente. Paralelamente a este cambio en las causas de muerte y no de forma casual, uno de los factores que más ha cambiado en los últimos tiempos ha sido el relativo a la forma de alimentarnos.

La causa de las enfermedades cardiovasculares es la acumulación de materia orgánica, principalmente grasa y colesterol, en el interior de los vasos sanguíneos, proceso conocido como aterosclerosis, el cual se produce en mayor o menor medida en todas las arterias del organismo, siendo más preocupante cuando las arterias afectadas son las encargadas de aportar sangre fresca al corazón o al cerebro.

 

La cardiopatía coronaria afecta a la red de vasos sanguíneos que rodea al corazón (arterias coronarias) y riegan al músculo cardíaco (miocardio). El engrosamiento de las paredes de las arterias coronarias y el estrechamiento de su luz por la invasión de grasa y colesterol principalmente hacia su capa más interna (placa ateromatosa), hace que la circulación disminuya de manera importante, o puede ocluirse completamente por un coágulo (trombo). La arteria también puede sufrir espasmo muscular que interfiere con la circulación. La falta de sangre en los tejidos del corazón resultante (isquemia) causa un infarto o la muerte de la porción del miocardio que no recibe oxígeno ni nutrición.

La influencia de la alimentación sobre el desarrollo de la arteriosclerosis fue descrita por primera vez en 1913 por Anitschkow y a pesar de la importancia de todos y cada uno de los factores de riesgo, el tipo de alimentación es quizá aquel sobre el que podemos ejercer un mayor control y del que está claramente probado que afecta a una parte muy importante del resto de los factores implicados. Las grasas o lípidos son los elementos de nuestra alimentación que más importancia tienen en la prevención de las enfermedades cardiovasculares, por lo que la prevención dietética del proceso ateriosclerótico debe tender a disminuir la fracción de colesterol transportados por las LDL y la elevación de la fracción de las HDL. 

Dra. Iraima Acuña, Especialista en Nutrición.

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